La humanidad agravia, la tierra responde

NACIONALES – NOTA DE OPINION – La humanidad agravia, la tierra responde. El temor se apodera de la sangre y se sumerge en una pesadilla profunda. En la noche más oscura, la furia de Dios, pone en sus manos el planeta y lo lanza hacia un impacto de reflexión y verdadera consciencia para entender nuestras acciones cotidianas. Por Leonardo Abrahan.Los cimientos de Japón se quiebran ante un terremoto histórico de 8, 9 puntos en la escala de Rither; el impacto fue en la profundidad del océano pacífico que baña esas tierras niponas y el efecto fue devastador a causa del tsunami que barrió, literalmente, todo lo que encontró a su paso con las olas gigantes de más de diez metros y la velocidad incontrolable de seiscientos kilómetros por hora.

Al sismo y maremoto se le sumó un golpe más impactante y terrorífico como es la gravedad de una explosión nuclear; la reactores de la planta de la localidad de Fukushima están frágiles y heridos; el futuro no sopla con esperanza y sobrevuelan los fantasmas de la central Rusa de Chernobyl, por aquel accidente en 1986 se estimó fue unas 500 veces mayor que el liberado por la bomba atómica arrojada en Hiroshima en 1945, causó directamente la muerte de 31 personas y forzó al gobierno de la Unión Soviética a la evacuación inmediata de 116 000 personas provocando una alarma internacional al detectarse radiactividad en, al menos, 13 países de Europa Central y Oriental.

Japón llora sin consuelo su presente trágico y su fortaleza cultural los despierta cada mañana pensando en salir adelante; empezando a levantar un pequeño ladrillo ante un mar de escombros y muerte. Su fortaleza milenaria nos expulsa y dibuja un ejemplo de conducta y compromiso ante un verdadero desastre. Ellos estiman que en dos años se levantarán de los cimientos. En estos días me hice muchas veces la misma pregunta ¿ Qué haríamos nosotros los argentinos ante semejante suceso?. No quise ni pensar en la terrible eventualidad y mucho menos responderla…

En un lugar la tierra y en otro los hombres; ante el manto inevitable que envuelve cada acontecimiento mundial; en Libia se está liberando una guerra; empezó como efecto colateral de los sucedido en Egipto, donde el pueblo soltó las cadenas tiranas y abrazó su libertad; en Libia Muamar Gadafi, no pretende dejar su trono de forma sencilla y repela todo acto de sublevación ante su reinado… Tan duras fueron las batallas, la muerte y los crudos combates; que la intervención internacional fue inevitable; Estados Unidos puso plazos, Francia prometió bombardear puntos estratégicos que está en manos del lider libio y Venezuela, de la mano de Chávez, mide cercanías con Gadafí, con rumores de protección y exilio y la verborragia de siempre para acusar a los vecinos del norte que se suman a este conflicto por interés y no pensando en la verdadera paz.

Y aquí, nosotros, mirándolo todo desde una tribuna, soportando la inseguridad constante, al no haber guerras, la muerte nos encuentra en la equina de cada calle ante la impunidad de los asaltos, zonas liberadas, y la vía libre de los menores que tienen la posibilidad de cometer un delito sabiendo que por donde entran vuelven a salir. En un año electoral donde los discursos llevan agua a un solo pozo: el de su propio interés. Que no les interesa fortalecer las instituciones; sembrar de ilusiones un suelo perfumado en democracia.

Cuánto nos cuesta levantar la frente, agradecer nuestro presente, angustiarnos por aquellas tragedias que nos llenan las pantallas y desde allí construir un país de esperanza, solidario, sin irregularidades y resentimientos. Nos ayudarán las lágrimas del mundo para iniciar un camino pensando en el prójimo y no utilizar al prójimo para un único camino: de soberbia y necedad. Tengamos conciencia de este oscuro presente que viven algunos países del mundo para encontrar la claridad de nuestro inmediato futuro.