En el verano ajustamos el dólar

El déficit fiscal, combinado con el desorden monetario, nos lleva a pensar que el ajuste es inevitable. La bitácora de los meses que vienen, se devalúa en el verano.

salvadorPor Salvador Di Stefano

Las reservas al 30 de septiembre de 2022 estaban en U$S 37.621 millones, mientras que el stock de deuda del sistema financiero, que es la suma de las leliq, notas y otros instrumentos, suman U$S 56.586 millones. Este desfasaje no es menor, las reservas en los últimos 12 meses caen en U$S 5.290 millones, mientras que el stock de deuda crece en U$S 14.568 millones. La catástrofe no podría ser peor.

El problema de todos nuestros males radica en que la Tesorería que tiene un déficit fiscal del 4,4% del PBI y, permanentemente, recurre a artificios contables para que el Banco Central lo financie.

El mercado no desea tener pesos, por eso la base monetaria suma, al 30 de septiembre, $ 4,1 billones, y el endeudamiento en leliq, pases y otros instrumentos, medidos en pesos, suma $ 8,3 billones. Toda esta masa de dinero suma $ 12,4 billones, hace un año atrás sumaban $ 7,0 billones, esto implica un aumento del 77,1% anual.

La deuda en manos del Banco Central es remunerada a una tasa del 75% anual, como no se pagan intereses de esa deuda, la tasa efectiva es del 107% anual. Lo ideal sería que las reservas sean iguales o similares al stock de deuda, para que ello ocurra el tipo de cambio debería subir de $ 147,3, que estaba el 30 de septiembre, a niveles de $ 221,6, esto implicaría una suba del tipo de cambio mayorista del 50,4%.

Para llevar adelante una devaluación de esta magnitud sería necesario que la Tesorería tenga superávit fiscal, de lo contrario la devaluación podría generar un espiral inflacionario difícil de detener. Por otro lado, sería conveniente que las reservas sean más elevadas, si ello ocurriera tal vez la devaluación no sería tan importante como la que mencionamos en el párrafo precedente. Para aumentar reservas alguien se debería sacrificar y prestarnos una suma interesante, con el dúo presidencial no pasamos el veraz del mundo.

Esto implica que, para llevar adelante una política fiscal, monetaria y cambiaria exitosa, el gobierno necesita tener equilibrio fiscal (de mínima), alta confianza y una mayor cantidad de reservas. Todo hace pensar que el gobierno no podrá lograr este cometido, por ende, debería transitar esta coyuntura con los mismos desequilibrios que tuvo Martín Guzmán como ministro, agravados por una menor cantidad de reservas y un gran aumento de los pasivos monetarios.

En una semana se conocerá el índice de inflación, el gobierno se verá obligado a subir la tasa de interés, por ende, debería aumentar la tasa de devaluación del peso, si no lo hiciere la grieta entre reservas y deuda del Banco Central podría seguir aumentando, obligándolo al ente monetario a trabajar con un alto nivel de estrés, ya que, más tarde que temprano, tendrá que ajustar ambas partidas.

Es imposible convivir con una base monetaria y un endeudamiento del BCRA con una relación que por cada peso de la base monetaria hay 2 pesos de deuda que paga tasas siderales. Por otro lado, el stock de reservas es equivalente al 66,5% del total de deuda existente en el Banco Central. Esto en algún momento se ajusta, por las buenas, guiados por el ente monetario, o por las malas porque el mercado presionará al Banco Central a tomar decisiones.

El mes de octubre no parece un buen mes para tomar decisiones, la política le pone cada vez más restricciones a Sergio Massa y el trio gobernante se diferencia del ministro, ni Alberto Fernandez, ni Cristina Fernandez están convencidos de la política que aplica.

En noviembre comienza el mundial de fútbol, buen momento para esperar, la atención pública estará en otro lugar, y tal vez pocos reparen en que la Reserva Federal de Estados Unidos suba la tasa el 2 de noviembre, o que la Tesorería el 22 de noviembre anuncie que tiene déficit fiscal.

Para agendar, Argentina juega el martes 22 de noviembre a las 7 de la mañana contra Arabia Saudita, el miércoles 30 de noviembre a las 16 horas frente a Polonia, y sábado 26 de noviembre a las 16 horas contra México. Sería una tragedia que no clasifiquemos, porque en diciembre volvemos a estar informados y se notará el deterioro económico.

Si ganamos el grupo c jugamos el 3 de diciembre a las 16 horas, sería necesario pasar esta fase, si lo hacemos jugamos el viernes 9 de diciembre a las 16 horas, si pasamos de fase, jugamos el martes 13 de diciembre (la fecha ya no me gusta) a las 16 horas, si ganamos jugamos la final el domingo 18 de diciembre a las 12 horas.

Si salimos campeones, quién se va a fijar el resultado fiscal de noviembre que se informa el martes 20 de diciembre, el 24 de diciembre es noche buena y el 31 de diciembre fin de año. Este año las fiestas caen sábado y domingo, esto no perjudica porque expone al gobierno los 5 días de la semana.

Si pasamos diciembre sin ajustar el tipo de cambio, nos queda pasar el verano y, dado el deterioro de los términos de intercambio, me parece que será el momento más apropiado para ajustar el tipo de cambio, enero y febrero son los meses más propicios para un ajuste, mucha gente de vacaciones y el país arranca en marzo.

Conclusiones
El mundial puede disimular los problemas, pero con el deterioro fiscal y el desorden monetario y cambiario, no queda más remedio que ajustar variables, la devaluación es condición necesaria pero no suficiente, lo importante es lograr cuanto antes equilibrio fiscal. Sin cuentas fiscales en equilibrio, y con falta de confianza por las acciones del poder ejecutivo, todo está encaminado hacia un ajuste en el verano, por las dudas veranea cerca de tu trabajo, empresa o comercio. Aclaración, si la sequía se agrava, los tiempos no se aceleran, pero el ajuste en el verano será más importante.