Informe especial: Empleo en Argentina, mitos y verdades

Mucho de lo que se habla sobre el empleo en Argentina es un mito, los propios argentinos desconocen a ciencia cierta varias de las características del mercado laboral doméstico.

Aquí la distribución de la población en base a datos del ministerio de trabajo y estimaciones propias al cierre de 2016:
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En la Argentina la cantidad de empleados privados formales es igual a la de empleados informales.
Los empleados formales registrados están bajo un régimen de salario que se negocia todos los años y que de acuerdo a la actividad en que se desempeñen consiguen un mayor o menor poder de negociación. En la mayoría de los casos consiguen aumentos de salario mucho más elevados que el resto de los trabajadores de la sociedad.

El salario mínimo privado a septiembre de 2016 promedia los $ 19.435, en dólares equivale a U$S 1.283. Este salario es una vez y media más alto que el que existía en el año 2001, pero 32% más bajo que el que existía en el año 2011.
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Los costos en dólares cayeron sustancialmente producto de una brusca devaluación de la moneda que paso de $ 4,30 por dólar en el año 2011 a valer $ 15,26 en septiembre de 2016, se trató de una devaluación del signo monetario del 255%. En igual lapso los salarios en pesos subieron el 141%.

Como puede apreciarse, el salario medio subió mucho menos que la devaluación del signo monetario en igual periodo, con lo cual el poder adquisitivo de los asalariados cayó notoriamente. Este es uno de los motivos por los cuales la economía no reacciona.

Entre los empleos mejor remunerados se encuentran los ligados al sector petrolero que ganan, en promedio, $ 64.000 al mes, Mineros $ 49.000 y, electricidad y gas $ 47.498.

Entre los que menos ganan están Agricultura y ganadería con $ 11.144 mensuales, Hoteles y restaurant $ 11.209 mensuales y Enseñanza con $ 12.074 mensuales.

Según datos oficiales los trabajadores privados registrados se dividen en estos grandes rubros
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Como puede apreciarse los servicios constituyen el sector que más empleo genera, seguido por Industria y comercio que poseen similar cantidad de empleados. El gremio con mayor cantidad de afiliados en la Argentina es el de Empelados de Comercio, del total de empleados registrados más de la mitad corresponde a comercios minoristas.

La suma de empleados públicos alcanza un total de 3.500.000 de personas, de los cuales un 21% son empleados estatales, el 66% empleados provinciales y un 13% empleados municipales.
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El total de empleados públicos difícilmente le gane en el acuerdo paritario a la inflación, los estados en sus distintas versiones no cuentan con finanzas holgadas, si bien muchos están consiguiendo financiamiento este no tiene como finalidad recomponer su solvencia, bajar la deuda flotante e invertir en obra pública sino que se utiliza principalmente para cubrir el déficit que antes se financiaba con emisión de dinero desde el gobierno nacional. Los fondos del endeudamiento no serán fuente directa de mayor crecimiento y por ende mejores ingresos públicos y salarios más elevados.

En lo que respecta a las provincias, mostramos el ranking de las que tienen más empleados públicos.
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En algunas provincias el total de empleados públicos es muy elevado, por ejemplo, en Santa Fe hay un empleado público cada 19 habitantes, si le sumamos jubilados y pensionados provinciales que cobran el 82% móvil, el ratio cae dramáticamente a un empleado/jubilado/pensionado público cada 13 habitantes.

Si el problema es manifiesto en los salarios de los trabajadores registrados, la situación es mucho más delicada entre los trabajadores informales que, a la hora de renegociar su trabajo, no tienen el mismo poder de fuego que los trabajadores formales. Es aquí donde notamos los mayores problemas ya que la pérdida de poder adquisitivo es mucho mayor y no descartamos que en este sector haya menos horas de trabajo semanales e inclusive una situación de despidos netos.

Recordamos que los trabajadores informales, al igual que los formales, son 6,5 millones.

El sector de los no asalariados incluye trabajadores en casas de familia, monotributistas y otros particulares. Estos trabajadores tampoco tienen poder de negociación para incrementar sus salarios por encima de la inflación, dependen en muchos casos del nivel de actividad económica. El año 2016 no lució como uno positivo de modo que vean incrementar sus ingresos reales y, por lo visto, en el año 2017 está ocurriendo algo similar. El total de trabajadores no asalariados suma 2,75 millones.

Los jubilados totalizan 8,0 millones de personas. Un total de 4,6 millones son jubilados propiamente dichos, de los cuales 2 millones ingresaron en los últimos años con haberes mínimos.

Tenemos aproximadamente 1,5 millones pensionados y 1,5 millones de pensiones graciables otorgadas políticamente, el resto son jubilados provinciales. Los jubilados con suerte recibirán incrementos salariales similares a la inflación corriente, sin embargo, es correcto que aproximadamente 2 millones de ellos verán mejorar sus haberes a mayor ritmo que la suba de precios debido a la reparación histórica que está llevando adelante el gobierno nacional.

Terminada esta enumeración, nuestra estimación es que en la Argentina habría un total de 2 millones de personas que no están consiguiendo trabajo, de los cuales buena parte son desempleados estructurales.

Los niños menores de 15 años suman un total de 11 millones y nos queda un resto constituido por personas inactivas que totalizan 2,25 millones.




Conclusiones
En un país de 43 millones de personas solo el 15,1% tiene un trabajo formal en el sector privado, donde los gremios son fuertes y luchan para que el trabajador no pierda poder adquisitivo.

En el último año los incrementos salariales fueron importantes, pero en muchos casos no llegaron a superar la inflación. Esto genera una pérdida de poder adquisitivo de entre 6% y 8% según la medición de inflación que se tome y el gremio al que pertenece el trabajador.

Debe tenerse en cuenta que la inflación es la media de los precios, y que en muchos casos los incrementos de servicios públicos e impuestos superaron la media de inflación y le quitaron más poder adquisitivo al trabajador.

Será difícil reactivar el consumo con una economía en donde la gran parte de los trabajadores están en negro, no son asalariados o son empleados del Estado.

Tampoco vemos posibilidad de hacer sustentable el pago de las jubilaciones si en los próximos años no recibimos inversiones que potencien la cantidad de trabajadores formales en el sector privado.

Hoy hay 6,5 millones de trabajadores en el sector privado, versus un total de 8,0 millones de jubilados. Con esta relación el gobierno nacional deberá destinar dinero del presupuesto para hacer frente al pago de jubilaciones futuras, será difícil que bajen los impuestos.

No descartamos que en los próximos meses se comience a estudiar una reforma previsional en Argentina, de similares características a la que se está llevando adelante en Brasil buscando elevar la edad jubilatoria del hombre y la mujer, y por otro lado demandar una mayor cantidad de años de aporte para que los empleados se jubilen.

En Brasil, por ejemplo, los trabajadores se jubilarán a los 65 años, y las trabajadoras a los 60 años. Al momento de jubilarse tienen asegurada una jubilación equivalente al 51% de su salario actual más 1% por cada año de aporte. Si el trabajador tiene aportados 49 años, contará con una jubilación similar al salario que tenía al momento de jubilarse. Si tiene menos de 49 años y quiere seguir trabajando para obtener una mejor jubilación puede hacerlo, con lo cual la edad jubilatoria se extiende a no menos 70 años en gran parte de los casos.

No decimos que esto se copiará tal cual en Argentina, pero será indispensable repensar algunas legislaciones que permiten que los trabajadores se jubilen a temprana edad, en muchos casos menores a los 50 años, como es el caso de algunas fuerzas del orden, regímenes provinciales especiales y algunos sectores de la justicia.

Con esta estructura de empleo el crecimiento de la economía argentina será amarrete. Necesitamos imperiosamente elevar el empleo privado, incentivar inversiones, eliminar tributos, y darles beneficios especiales a los menores de 30 años que es donde tenemos el mayor grado de desempleo en la República Argentina. El Estado no debe subsidiar el primer empleo, debe eximirlo del pago de tributos, al menos hasta que los jóvenes cumplan 30 años.

Los impuestos al trabajo que se pagan en Argentina
Este cuadro refleja los impuestos que se pagan en el país.
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Por cada $ 136 que paga el empleador de una empresa en sueldos el trabajador solo recibe $ 81, esto es un 60% del desembolso, el resto se va en impuestos. Esta sobrecarga de tributos hace que muchos empleados no deseen estar en el mercado formal y permanezcan en el mercado informal cobrando los $ 100,00. Si hoy el empleador los tendría que pasar al mercado formal tendría que desembolsar $ 160,00 y no sabemos si le cerraría la ecuación económica.

Lo que se podría hacer es que los trabajadores solteros menores de 30 años no paguen Aporte jubilatorio, Pami, Asignaciones Familiares y Fondo Nacional de Desempleo, esto generaría un ahorro del 28% en el empresariado e incentivaría a tomar jóvenes que cuando se casan o tienen más de 30 años pasan a pagar el conjunto de los tributos del sistema. El desempleo actual entre los menores de 30 años alcanza al 15,3% en hombres y 20,8% en las mujeres.

A futuro, en la medida que vamos recuperando mayor cantidad de empleos registrados, la presión tributaria del trabajador y el empleador deberían bajar proporcionalmente. Primero hay que trabajar para conseguir más empelo y luego para mejorar los ingresos de los trabajadores.

Para la mesa de café
Mucha gente cree que todos ganan un salario bajo, sin embargo, en Argentina tener un empleo formal es un privilegio y la diferencia de su salario con un empleo en el sector público es importante, pero es mucho más importante aún con alguien que está en el mercado informal. Lamentablemente en los años de gobierno peronista lejos de proteger el empleo se ha generado una economía con tanta presión tributaria que empujó a muchos empresarios a pasarse a la economía informal, donde la contratación es precaria y se llega a una situación en la que el Estado muchas veces no tiene injerencia. En el gobierno anterior el sector público y los sindicatos lograron excelentes condiciones para los que ya están empleados sin notar que los mayores costos discriminaban a los que aún no consiguen trabajo, dificultando el proceso.

Hay que salir de esta trampa, bajar impuestos, lograr mayor transparencia y proteger a los trabajadores. Una mayor presión tributaria lleva a más desigualdad, porque el que debería pagar se corre al mercado informal y adiós seguridad social. A futuro el Estado quiebra, el país ingresa en un conflicto social inmanejable y, como siempre, seguimos fabricando pobres. Sin un equilibrio entre sector privado y Estado será difícil corregir las distorsiones que tiene esta economía.

Podría pensarse que vivimos en uno de los países más liberales del planeta, donde el que no quiere pagar impuestos se corre a la economía informal y allí libremente se negocian precios, salarios y cantidades sin intervención del Estado y generando desigualdades obscenas para el país.

Guillermo Yapur
Pte. Centro Industrial y Comercial de Reconquista