El flagelo de la droga

MUCHA PREOCUPACIÓN – A la cada vez más creciente preocupación por el flagelo de la droga en Villa Ocampo, se sumó la extraña muerte de un adolescente de 15 años que se lo encontró ahogado en el río Los Amores, habiendo sido visto por última vez con dos personas mayores con quienes supuestamente había ido a nadar a la medianoche.Este hecho, que está siendo investigado, pero que no se descarta los vínculos de la víctima con el ambiente del consumo y venta de estupefacientes.

Ante esta situación, el padre Roberto Pérez mencionó que “la violencia que existe en nuestro país se manifiesta no solamente en los saqueos y otros hechos delictivos que hemos visto recientemente, sino también en las consecuencias del narcotráfico y las drogas, algo que nuestros obispos lo plantearon claramente y nos llamaron a reflexionar; este jovencito que murió ahogado debería hacer tomar conciencia a las autoridades y a todos los responsables de educar, de cuidar a nuestros jóvenes. Son cosas que duelen y esperemos que se siga investigando, porque uno se siente impotente; ya que más allá de que podamos rezar y ofrecer a Dios nuestro sacrificio, también hace falta las voluntades humanas de toda la sociedad”.

“Como institución, ya sea de justicia, seguridad, política e incluso religiosa, debemos ir tomando conciencia de la importancia de cuidarnos como sociedad, no dejar que a nuestros jóvenes les sigan robando sus ilusiones, sus sueños y la vida; yo creo que a todos nos hace tomar conciencia y nos hace comprometernos. En el caso del adolescente ahogado hay muchas cosas que no cierran, pero debemos reconocer que hay una realidad en Villa Ocampo que está presente y que duele; por lo que entre todos debemos tomar conciencia porque ya no se puede negar, y no queremos que sigan pasando cosas que lastiman, como que se sigan llevando las vidas de nuestros jóvenes, creo que estamos a tiempo de hacerlo, de cuidarnos entre nosotros”, dijo.

Por último, agregó que “lamentablemente hay gente que no le importa la vida de esos jóvenes que pudieran tener problemas con su familia o su entorno, y nos les interesa que pudieran salir adelante porque el tema de la droga es un negocio y duele. A mí como sacerdote y como joven me duele lo que está pasando; y muchas veces nos sentimos impotentes porque hay como una cierta apatía, como que sabemos que pasan esas cosas pero como a mí no me tocó, no me meto, y lo que necesitamos es el compromiso de todos los sectores”.

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