El sueño de la Patria Grande

DIPUTADO PROVINCIAL LUIS RUBEO – Desde muy chicos, en los primeros años de la escuela, la figura de José de San Martín prendió rápidamente en nuestros sentimientos patrióticos. Por Luis Daniel Rubeo.No había relato, en esa etapa de nuestras vidas, que no situara al Gran Capitán como un enorme patriota, valeroso y audaz militar, abnegado, humilde, protagonista de una de las proezas estratégicas más destacadas en la Historia Universal, el paso de los Andes.

Sin las insignificantes contradicciones que encontramos ya de grandes en su persona, las de cualquier mortal, San Martín surge como el ejemplo de entrega, de amor a la Patria, de austeridad y, a la vez, de un profundo coraje y decisión a la hora de enfrentar al enemigo opresor y, a menudo, los mezquinos intereses de los gobernantes porteños.

Este 17 de agosto, en el que se conmemora un nuevo aniversario de su paso a la Inmortalidad, me pareció importante recordar a San Martín haciendo eje en el contexto político actual de América del Sur, habiendo sido como fue, extraordinario protagonista de las luchas independentistas y emancipadoras de nuestra Patria Grande.

Y nada de casual tiene que al comienzo me haya referido a que todos descubrimos y conocimos la historia de este gran correntino en nuestra más temprana edad. Porque en esos mismos años, y como uno de los capítulos más destacados de esa biografía, su relación con el otro gran patriota sudamericano, Simón Bolívar, o mejor dicho el relato usual de esa relación, nos dejó huellas difíciles de borrar, sensaciones que resulta complicado revisar.

Casi todas las versiones de historiadores argentinos, aunque los hay de otras latitudes, coinciden en disociar a ambas figuras, ya sea desde lo simbólico o gestual, como desde sus objetivos políticos, militares y personales. Así, San Martín aparece modesto frente a la presunta arrogancia de Bolívar, generoso ante la ambición desmedida del creador de la Gran Colombia, poco astuto políticamente el primero, habilidoso y sagaz el segundo.

La actual política externa de la Argentina, que ya lleva una década, desde que la diseñó y puso en marcha Néstor Kirchner y ahora conduce valientemente la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, invita a reflexionar sobre aquellos dos grandes libertadores, a la luz del novedoso y promisorio encuentro entre la experiencia bolivariana impulsada por Hugo Chávez, y el modelo integrador, inclusivo, nacional y popular que viene haciendo crecer con justicia social a la Argentina.

Tal vez sea cierto que en el siglo XIX los bolivarianos le atribuyeran a San Martín propósitos monárquicos, y que nuestro héroe nacional vislumbrara en Bolívar impulsos republicanos. Ambos creían en cosas diferentes en cuanto a la organización del Estado, pero los unía, profundamente, la gran idea de la unidad sudamericana.

Como sucede en estos tiempos, ambos líderes debieron tomar nota de los poderosos enemigos que enfrentaban en la Guerra de la Independencia. De norte a sur Bolívar, y haciendo el camino inverso el general San Martín, liberaron del yugo hispánico a los pueblos de la América del Sur. Y desde el mar Caribe hasta los confines del sur, acompañados de casi todas las naciones del subcontinente, Kirchner y Chávez lograron detener lo que parecía el último impulso de los Estados Unidos para poner en marcha el Acuerdo de Libre Comercio de las Américas, el Alca.

Quienes hacen foco en las diferencias y antagonismos que supuestamente hacían de San Martín y Bolívar dos seres irreconciliables, olvidan o desconocen los conceptos que éste último le expresara en el cuartel general de Chancay al mariscal Antonio José de Sucre: “Hay que tener en cuenta que el genio de San Martín nos hace falta y sólo ahora comprendo el porqué cedió el paso para no entorpecer la libertad que con tanto sacrificio había conseguido para tres pueblos”.

El respeto mutuo de ambos libertadores también se refleja en dos gestos que hablan por sí mismos: por un lado, al entrar en Quito, Bolívar se hizo escoltar por los que él bautizó “Granaderos de Río Bamba”, ni más ni menos que el regimiento creado por San Martín antes de la Batalla de San Lorenzo. Por otro, el patriota venezolano le obsequió al Gran Capitán un cuadro con su imagen, que San Martín mantuvo colgado en su casa de Boulogne sur Mere hasta el fin de sus días.

Vaya entonces un reconocimiento al Padre de la Patria en el 163° aniversario de su fallecimiento, y la reivindicación de una relación político-militar que fue la clave para alcanzar la independencia definitiva de la América del Sur, el encuentro de dos grandes de la Historia que dieron luz al sueño americano de una Patria Grande, unida y soberna.

Luis Rubeo – Presidente de la Cámara de Diputados de la Provincia de Santa Fe