Girona: La ciudad de los puentes y las flores

Llegamos a Girona sin planear demasiado nuestra visita. Con un fin de semana libre y ganas de salir un rato de Barcelona decidimos que la pequeña ciudad ubicada a unos 90 kilómetros de la capital catalana era la mejor opción. Armamos nuestras mochilas y tomamos un Bla Bla Car que nos dejó exactamente en el centro de la ciudad.

Recién llegados y sin haber visto casi nada sentimos que la ciudad no tenía mucho más para ofrecer que alguna que otra caminata o la tan nombrada iglesia que todavía no podíamos divisar. Dejamos nuestras cosas en la habitación que alquilamos y decidimos salir a ver con qué nos encontrábamos.

No necesitamos más que hacer dos cuadras para darnos cuenta que nuestra primera impresión había sido equivocada. Llegamos al puente que une ambos lados de la ciudad separados por el río y sin querer nos quedamos quietos apoyados contra las barandas de piedra observando la postal colorida y deslumbrante que se ve en todas las fotos más características de la ciudad. La famosa fiesta de las flores de Girona que acababa de terminar (se realiza todos los años en mayo) había dejado vestigios de una ciudad decorada y llena de vida.




Toda la vera del río era un serpentear de paredes con pequeñas ventanas y miles de colores entre los que predominaban los naranjas, rojos y amarillos. Y uno tras otro los puentes que van uniendo distintos sectores de la ciudad adornaban las caminatas de turistas y locales que transitan de un lado a otro cada uno de los pasajes.

Al llegar a su calle principal Girona ofrece un encanto que se mezcla entre lo medieval, gótico y acogedor. Con callecitas pequeñas decoradas, escaleras de caracol que nunca sabremos donde terminan e imponentes iglesias que hacen recordar a castillos de princesas y dragones. La famosa fiesta de las flores de Girona que acababa de terminar (se realiza todos los años en mayo) había dejado vestigios de una ciudad decorada y llena de vida. Un recorrido por las murallas de la ciudad es el imperdible de todo viajero desde donde se pueden encontrar algunas de las mejores vistas de toda la ciudad.

Después de dos días de caminatas e idas y vueltas a través de los puentes Girona dejó de ser un lugar “de paso” o el punto de partida para conocer la Costa Brava Española. Es sin lugar a dudas uno de los imprescindibles de Cataluña y una de las ciudades a las que regresaremos más de una vez a descansar del murmullo citadino.

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