Nuestras Locuras Privadas

PSICOLOGÍA – ¿Cuán lejos se halla una persona “normal” de la locura?Desde lejos no se ve. La locura a lo largo de la historia fue temida y rechazada a la vez que generó atracción por su aparente relación con la genialidad. En la época del Renacimiento, que dicen que no es invento, existía “la nave de los locos”, la cual vagaba por los ríos llevando a los dementes expulsados de las ciudades europeas. También, seguido al destierro le continuó el encierro en hospitales, manicomios.

Pero, en determinados momentos de la vida, esa locura lejana, distante, de otros perturbados y recluidos irrumpe en la cordura cotidiana de las personas. No se trata de un trastorno psiquiátrico severo, sino de inexplicables pensamientos, sentimientos o conductas que pueden exhibir por momentos cualquier ser humano en sus cabales.

Según Elías Norberto Abdala, psiquiatra, doctor en Medicina y magíster en Psiconeuroinmunoendocrinología, asegura: “De cerca nadie es normal”.

Muchos de esos comportamientos, comenta el doctor, se explican por interacción entre aspectos concientes e inconcientes de la personalidad y afirma que “cualquier persona puede percibir cómo su mente pasa rápidamente de un pensamiento elevado a otro banal, mezquino, torturante, o cómo aparecen ideas, deseos que no se corresponden con los esquemas mentales habituales”.

Abdala ubica la locura dentro del contexto social y cultural que determina en cada época qué es la normalidad y la anormalidad. En el camino, posa su lupa sobre los trastornos de ansiedad, las adicciones, los peligros de la excesiva preocupación corporal, la inestabilidad emocional como la depresión, el malhumor o aquellas emociones más secretas como los celos, el odio y la envidia.

Según Abdala todos tenemos la potencialidad de que la emoción capte la mente, la capacidad de pensar. ¿Cuántas veces se descontroló en la calle? La diferencia que existe entre esos ciertos momentos que podemos reaccionar como una persona con un trastorno grave, es que, en un caso es transitorio y en el otro ese trastorno es permanente.

La frontera entre la locura y la cordura es tenue y móvil. Pero hay tres conceptos que se consideran signos de salud. Uno personal, que yo no tenga manifestaciones emocionales o pensamientos que me perturben o me hagan sufrir. El segundo tiene que ver con los otros: que lo que yo haga o deje de hacer no dañe a los demás. Y el tercero es que sea útil positivamente para la sociedad.
Cuando una persona se va de alguno de estos parámetros, cruzó la frontera. Algunos un pasito, otros mucho más. Algunos tienen retorno y otros no.

A veces la personalidad puede tener un trastorno. Por ejemplo, si soy introvertido y me bajoneo, me pongo aún más introvertido. Si soy una persona charlatana y me pongo ansiosa, hablaré más y con mayor rapidez.
Pero a veces la personalidad puede ser la que está enferma, y las personalidades enfermas son las más complicadas, porque son también las más ocultas. Por ejemplo, un pedófilo. Ese es un ejemplo de una locura privada, pero deja de ser privada cuando afecta a otro. Cuando involucra a otros empieza a ser enfermedad.

La polémica entre el peso heredado y el del entorno. Según Freud una persona llega al mundo con un capital hereditario, genético. Sobre eso empieza a influir los aspectos sociales y vinculares. Pero hoy la neurociencia dice que un determinado gen tiene que ver en el desarrollo del cerebro, pero el vínculo con la madre modifica ese desarrollo. El gen es como tener una pistola martillada, pero tiene que haber algo que la dispare.

A veces hay que abrir la mente, y no asustarse de la misma. Empezar a salir del “de eso no se habla”, para dejar de ser el cuerdo entre tanta locura.

Texto: Analí Macuglia
Fuente: Revista Viva