
Por Agustina Macuglia
Cada parte de nuestro cuerpo está formada por millones de células, que al agruparse conforman tejidos. Estos tejidos, a su vez, dan forma y estructura a los órganos, que se relacionan entre sí para que los distintos sistemas del organismo funcionen de manera integrada. Gracias a este engranaje, podemos realizar todas las funciones vitales.
Para que cada célula se mantenga activa y cumpla con sus tareas, necesita un aporte constante de nutrientes y agua. Por eso, lograr un equilibrio en nuestros hábitos de alimentación es clave para la salud.
Dentro de esos hábitos, la hidratación ocupa un lugar central. No se trata únicamente de beber agua, sino también de incorporar alimentos y preparaciones que la contengan, como frutas, verduras, infusiones, licuados, sopas o bebidas probióticas. El abanico de opciones es amplio y permite sostener una ingesta adecuada a lo largo del día.
En este artículo nos detendremos en un aspecto específico: la importancia de la hidratación no sólo como necesidad vital, sino como factor fundamental en la funcionalidad muscular y en su recuperación.
¿Por qué es importante la hidratación para los músculos?
El agua es uno de los principales “alimentos” para las células del tejido muscular. Su presencia favorece el proceso de relajación muscular y del tejido fascial (tejido colágeno que recubre y conecta estructuras internas). Gracias a ella, el organismo puede moverse, drenar y elaborar sustancias con mayor eficacia.
Cuando los músculos se encuentran correctamente hidratados, pueden recomponer más rápido el desgaste que provocan la tensión diaria, las actividades físicas o los esfuerzos intensos. En cambio, una falta de agua limita los procesos de recuperación y aumenta el riesgo de fatiga, contracturas o lesiones que surgen al no compensar adecuadamente la exigencia muscular.
En síntesis, la hidratación es una herramienta de prevención y de optimización del rendimiento muscular, tanto en la vida cotidiana como en la práctica física.
¿Qué beneficios aporta a los masajes?
La calidad del agua en los tejidos blandos también influye directamente en la efectividad de los masajes. Cuando el organismo está bien hidratado, los músculos y fascias se encuentran más elásticos, flexibles y permeables al contacto manual. Esto se traduce en una mayor capacidad de relajación y en una mejor disposición del cuerpo para recibir los estímulos del masaje.
Por este motivo, se recomienda beber abundante líquido el día previo o incluso unas horas antes de una sesión. De esta manera, se potencia la disponibilidad muscular para la relajación y se favorece la eliminación de toxinas, un proceso que también es estimulado a través del masaje.
El resultado es una experiencia más completa y beneficiosa: el cuerpo responde con mayor fluidez, se liberan tensiones con más facilidad y se optimizan los efectos terapéuticos de la técnica aplicada.
A modo de cierre
En conclusión, hidratarse es mucho más que saciar la sed. Es un hábito esencial que impacta en cada célula del organismo, sostiene la salud muscular, acelera la recuperación y potencia prácticas terapéuticas como el masaje.
Agustina Macuglia (30), nacida en Las Toscas, Santa Fe. Es masajista corporal y facial, bailarina y docente de danzas, formadora en tecnicas del masaje, escritora y creadora de contenidos sobre el universo del bienestar y el cuidado del cuerpo. Vivió en Rosario de 2014 a 2024 y en México desde fines del 2024 a mediados del 2025.
