Por: Darío H. Schueri – Desde Santa Fe
Recién la semana entrante los integrantes de las siete Comisiones aprobadas por el pleno de la Convención Reformadora comenzarán a tratar los proyectos que modificarán 42 artículos de la Constitución de la Provincia. Por ahora la bruma política no permitió avizorar en su real dimensión el hecho histórico.
La Convención Reformadora de la Constitución de la Provincia de Santa Fe arrancó con las mismas suspicacias, sospechas y prejuicios que sectores de la oposición utilizaron durante el tratamiento en la Cámara de Diputados de la Ley de Necesidad de Reforma de la Constitución el 6 de diciembre del 2024, línea argumental que potenciaron durante la campaña electoral rumbo a los comicios del 13 de abril (de la cual participaron) para deslegitimar la elección de los 69 convencionales que hoy están sesionando.
Lo que debería haber sido el lunes pasado motivo de celebración institucional: el acto inaugural de la Convención Reformadora de la Constitución de la Provincia de Santa Fe, con su formal tratamiento del reglamento tras la jura de los convencionales, se transformó en una deprimente puesta en escena de las miserias de la decadente política contemporánea (después nos preguntamos por qué la gente no va a votar) con acusaciones cruzadas, pases de facturas y premeditada siembra de sospechas de sombríos acuerdos soterrados entre “supuestos opositores” y el oficialismo, arrojadas por otros sectores de la oposición.
El mismo acto se reflejó el miércoles cuando el pleno debía constituir las comisiones de trabajo, previa aprobación del acta de la reunión del lunes, y los bloques de La Libertad Avanza y Somos Vida y Libertad coincidieron en acusar al oficialismo de manipular la votación del reglamento (el lunes) en beneficio propio, pero acto seguido la emprendieron entre sí, provocando la desconcertante reacción de otros sectores de la oposición que no querían quedar sospechados de “acuerdistas” con el oficialismo, contribuyendo generosamente a la confusión general.
Finalmente tras un nuevo cuarto intermedio (el lunes hubo que votar una pausa antes de que la sesión se tornara ingobernable), la tormenta amainó y se reconoció el reglamento aprobado y la constitución de las comisiones.
Solo la templanza del presidente de la Convención Felipe Michlig impidió que las sesiones del lunes y el miércoles se desmadraran por completo.
¿Cuáles seguirán siendo las piedras de la discordia hasta el 14 de setiembre?: los artículos 11 y 72 que fijaron el voto doble de la presidencia, y que las reformas sean aprobadas con mayoría simple y no con una mayoría especial, como pedían desde la oposición.
Básicamente el artículo 72 que, al decir del ex Juez Carlos Renna: “la exigencia de mayorías especiales para la sanción de ciertas leyes (en este caso, agregamos nosotros, de la reforma constitucional) responde a principios fundamentales del derecho constitucional y a la búsqueda de un equilibrio en el ejercicio del poder”, actuando “como un “contrapeso” al poder de la mayoría parlamentaria. Impiden que un partido o coalición con mayoría simple imponga su voluntad en asuntos cruciales sin buscar el acuerdo con las minorías”.
Para la oposición – la “blanda” y la más intransigente – el artículo 72 da por definida la Convención. El propio líder político del bloque peronista Mas para Santa Fe le hizo notar – impune e imprudentemente- al mismísimo Gobernador- Convencional (que giró con su banca y lo miró fijamente durante su discurso) que “al tener la reelección que buscaba”, debía “ceder en todo el resto”. Un Plan Canje insólito.
Nota de la redacción: en esta columna evitamos dar nombre propios de personas y bancadas para no personalizar acciones. Preferimos hacer una narración interpretativa general de los hechos políticos.