Villa Ocampo: Un cacho de historia para la Escuela Fiscal N°470

VILLA OCAMPO TIENE ALGUNAS COSAS DE NUESTRA HISTORIA ESCASAMENTE CONOCIDAS. ESTA NOTA YA FUE PUBLICADA, PERO HE AGREGADO NUEVOS DATOS CONSEGUIDOS Y TAMBIÉN APORTADO POR LOS LECTORES, SOBRE LA ESCUELA PROVINCIAL N* 470- DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO (MÁS CONOCIDA COMO ESCUELA FISCAL N¨470).

Por Manuel Carlos Mussin

En marzo de 1943 inicié la primaria en el Colegio de la Virgen Niña. Se necesitaba el consentimiento del párroco para ello y no fue difícil conseguirlo…No pude ingresar en el 42 por cumplir los años en Julio.

Pasados dos meses y unos días, me quejé a mis padres:

-Sólo hacemos palotes, inclinados a la derecha, inclina-dos a la izquierda, derechos al renglón, y lo mismo hacemos debajo de la línea…

Tuve que insistir varias veces. Vieron al fin que así sucedía. Tal vez era el sistema de enseñanza en esos tiempos, no lo supe. También ignoré siempre qué le dijeron la Madre Superiora. Ambos eran sabios por experiencia, pero no por estudios. En su infancia se trabajaba. El estudio era para ricos. Mi padre, apenas había hecho primer grado. Y mi madre no había completado el segundo. Pero se las arreglaron bien, como tanta gente en iguales circunstancias.

El caso es que, al tercer mes del curso, me inscribieron en la Escuela Fiscal Domingo Faustino Sarmiento. Escuela Provincial N* 470. Sigue estando en el mismo lugar, sobre Francisco Conti, entre Pbro. Ángel Tibaldo y Belgrano, aunque ya ampliada y con algunas modificaciones.

Como dije, ingresé en el tercer mes y, con el mayor de mis terrores, ¡los chicos sabían leer! Dios dispuso me ubicaran en los últimos asientos del aula. Y también Dios me había dotado de una buena memoria. No es mérito mío, mas allá de que si trabajé para mantenerla viva. Y tampoco es todo mérito mío, ya que a ello contribuyeron en mucho las Oraciones y Plegarias que aprendíamos en familia, la iglesia, con el catecismo, que en ese tiempo era casi todo de memoria. Y luego, los maestros que tuve la suerte de tener.

Volviendo al tema, los chicos leían y yo tenía la cabeza llena de palotes, en todas las posiciones. Abrí mi libro de lectura y, mientras escuchaba leer a mis nuevos compañeros, miraba ese cúmulo de arañitas inmóviles en sus páginas. Escuchaba: A L A… AL A… A LA… una tras otra, cambiando sólo las voces. Cuando llegó mi turno, hice la del loro: repetí lo tantas veces escuchado.

Nunca supe si la maestra se dio cuenta o no. O si obró de esa manera para darme la oportunidad. Pero siempre me hizo leer al final de la tanda… Y un día mi mente me brindó la sorpresa de comprender el secreto de la combinación de las letras en sílabas…

Y debo agregar otra anécdota. En los dos meses del Colegio Virgen Niña no tuve clases de canto. Fue para mí una sorpresa cuando me llevaron al aula de música. Cantaban La Marcha de San Lorenzo, de la cual, yo, ni idea de letra o música. Esforzaba mi oído tratando de entender las palabras que todos, con entusiasmo, entonaban. Era complicado, sino imposible. Pero fui asimilando la entonación.

Cuando, luego del recreo volvimos al salón de clases, hice coraje, alcé mi mano y, con el permiso concedido por la maestra, pregunté:

-Señorita, de la Marcha de San Lorenzo no entiendo algo.

-A ver, cuéntame.

– ¿Qué quiere decir “hoy se deja de coser y sin acero?

Imaginen ustedes la carcajada infernal de la clase. Debo haberme puesto rojo por completo. Al menos, en mi rostro sentía el calor del incendio. La señorita, debo aclararlo en su honor, reprimió como pudo sumarse a la risotada general del alumnado. Hizo rápidos gestos pidiendo calma y silencio. Una vez logrado el objetivo me explicó:

-No, Manuel, no dice hoy se deja de coser y sin acero. Dice “sordos ruidos oír se dejan de corceles y de acero”.

La verdad, entendí en toda su dimensión el ataque de risa de mis compañeros.

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Repito: como todo el mundo, estamos acostumbrados a ver una escuela, una fábrica, una casa hermosa o llamativa y jamás nos preguntamos cómo llegó allí, cuándo, por quien… Damos por sentado que siempre estuvieron en ese lugar. Y nos basta.

LA HISTORIA.

A don Manuel Ocampo Samanes le interesaba la educación. Prueba de ello es que, al fundar la Colonia Ocampo, decidió la creación de cuatro escuelas, a las que mantuvo de su peculio, hasta que el Estado se hizo cargo de la educación en el pueblo, cosa que ocurrió en 1884, con la creación de la primera escuela estatal en nuestro pueblo.

El 23 de mayo de 1911 abrió sus puertas la Escuela Nacional N* 110. Contaba con dos grados y una dependencia para el director, con 42 alumnos inscriptos: 19 varones y 23 mujeres, para primer y segundo grado. Lo haría de éste modo hasta la construcción del edificio propio.

Inició sus actividades en el local de propiedad, en aquella fecha, de la Sra. Aberanda O. Vda. de Lacroix sito en el ángulo noroeste de la manzana 62 de este pueblo, delimitada por la actual Caseros al sur, 25 de Mayo al norte, Pbro, Ángel Tibaldo al oeste y 9 de Julio al este. Con el tiempo, ya reubicada la escuela, en el edificio se instaló la Librería Failletaz.

Por la creación de esta escuela, desde 1911 hasta 1924 no funcionó la escuela provincial. Pero…en 1925 reabre sus puertas como Escuela Provincial y se le asigna el N* 470. Provisoriamente, lo hace en el edificio de propiedad del señor Jorge Piat, hasta la terminación de su local propio.

Y aquí tengo un dato contradictorio, pero de mucho valor, ya que me llega por intermedio de la Señora María Inés Calderón: “Trabajé más de 30 años en la Escuela 470 /maestra y directora), por lo que me permito hacer una corrección, la casa en donde empezó a funcionar la escuela 470, era del Sr. Francisco Conti, en ese momento. En la actualidad propiedad de la familia del Sr Ricardo Fiant (ubicada 150 metros al este, del edificio actual)”. Dato que agradezco y tomo en cuenta, pues agrega un nuevo elemento a la Historia. La Señora Calderón es una de las fuentes que cito: VILLA OCAMPO CON MIRADA DE NIÑO. Libro realizado mientras fue directora de la escuela 470.

Me cabe suponer que el edificio mencionado perteneció a don Jorge Piat, pasando luego a manos de don Francisco Conti y, finalmente, a propiedad de don Ricardo Fiant. Si no recuerdo mal, la última vez que pasé frente a la casa mencionada, a unos cien metros de la Escuela 470, por la misma calle Conti, es Monumento Histórico. Y, entre el edificio de don Ricardo y la escuela, justo en la esquina, se halla la Farmacia Ferrer, también Monumento Histórico.

El nuevo edificio se inaugura en 1929 y tiene como anexo un Taller de Artes Manuales N* 28, que hoy es Municipal.

1944, Día del Maestro: se inaugura el busto a Domingo Faustino Sarmiento (si alguien tiene el dato preciso, por favor me lo aporta, me estoy basando sólo en mi memoria, pues no encontré en historia alguna la fecha mencionada). Sobre esto, la Señora Elsa Gómez me agrega un buen dato, ya que me notifica que “El busto a Sarmiento tuvo dos inauguraciones. Pero en este momento no me acuerdo la primera”, lamentablemente, yo tampoco.

EPILOGO:

Para la inauguración del busto a Sarmiento se organizó una gran fiesta, con la presencia de ambos turnos. Pero, con poco tiempo de preparación.

La maestra, basada en mi memoria me dijo:

-En cinco días tienes que aprender esta poesía. Es un poco larga. No te tomaré lecciones y luego adelantamos.

La memorice, trabajosamente, pero para el día prefijado la recitaba sin necesidad de apuntador.

Y…amaneció el día señalado. Los dos turnos llenaban el patio. Era algo fabuloso. Totalmente blanco y, para más, un cielo azul profundo: ¡hermosa bandera!

Y llegó mi turno. Avancé hasta colocarme al lado del monumento. Miré al frente y vi ese mar de blancura y…a mi maestra, confiada en mí, que se había quedado en la galería, lejos…muy lejos…demasiado lejos.

A SARMIENTO…Dije con firmeza. Silencio del público, incluido el cuerpo docente.

A SARMIENTO… Y mi mente en blanco. Ni un solo verso asomaba para comenzar. Hubiese arrancado desde cualquier lugar del poema.

A SARMIENTO… Repetí por tercera vez, pero mi cerebro se negaba a funcionar.

Hice lo único que se me ocurrió: salir a la carrera, atravesar el patio sin importarme a quien atropellaba, cruzar la puerta y seguir corriendo hasta mi casa.

Desde ese día comenzó mi divorcio con Sarmiento…

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Finalicé la primaria en 1948 y, con mi certificado de estudios partí en tren a Santa Fe, en una luminosa mañana de marzo. Partí, pero sin olvidar los hermosos años pasados en esa querida escuelita. No regresé hasta 1956, una vez cumplido el servicio militar, obligatorio en esos años. Y tampoco tuve oportunidad de volver a mi querida escuela 470 hasta 1962. Pero esa es otra historia.

Manuel C. Mussin

Fuentes:

– Con ojos de Niño- Escuela N* 470

– Historia de Villa Ocampo, Alberto Jolyot-Nilda M. de Brac

– Wikipedia

– Historia Provincia Santa Fe