Comenzó la movilización contra los agrotóxicos que «envenenan y matan»

RECONQUISTA – La convocatoria abierta a toda la comunidad se desarrolla frente a la Sede del Nodo Reconquista, Yrigoyen 1415, donde minutos antes de las 10 ya llegaron familiares del peón rural Néstor Vargas, quien falleció la semana pasada en Vera luego de manipular agrotóxicos.No hay diagnóstico confirmado pero si fuertes sospechas. Aquí repasamos el caso que duró una semana desde la tarea realizada a la muerte. Incluye los 30 minutos que -después de esperar otro tanto por el turno, muy descompuesto- tuvieron que aguardar que la doctora termine de atender a una vendedora ambulante y medirse la ropa que le ofrecían dentro del hospital de Vera.

El comunicado de los convocantes dice:

«Es importante acompañar a su familia en este reclamo, ya que la de las fumigaciones es una problemática que afecta a millones de personas en el país, pero que permanece invisibilizada por quienes toman las decisiones.

Desde el Espacio Encuentro por los Derechos Humanos decimos:

Justicia para Néstor Vargas.

Juicio y castigo para quienes lo envenenaron y para quienes lo condenaron con un tratamiento negligente en efectores públicos de salud.

Basta de agrotóxicos envenenando nuestra tierra, nuestro aire, nuestra agua y nuestra gente.»

TESTIMONIOS DE LA FAMILIA DE LA VÍCTIMA
Néstor Vargas tenía 27 años, mujer y 5 hijos, con quienes vivía en el campo de sus patrones en Santa Felicia, pegadito a la Ciudad de Vera. Según su hermano estaba en negro, sin seguro ni cobertura médica. Dice que los dueños del campo son Maria Regina Schamburg y su esposo Gustavo Centis. También está en la empresa familiar su hijo: Marcelo Centis y quien aparece como encargado es un yerno del dueño, Marcelo Apud.

Néstor falleció el jueves 20 de octubre de 2011 a la una de la madrugada, una semana después de manipular agroquímicos que bajó de un camión e introdujo a una pieza sin ventilación adecuada y sin elementos de seguridad.

Ese mismo día empezó a sentirse mal, con dolor de cabeza y en el cuerpo y empezó la fiebre. Al otro día, el yerno del dueño del campo, Marcelo Apud, le dio para que tome un medicamento para la gripe (Febrigrip), pero la fiebre no bajó. La viuda dijo que le pidió que lo lleve al médico pero que él le dijo que era simplemente una gripe y más tarde le llevó medicamento. A Apud lo definen como «el encargado del campo de su suegro».

El viernes ya tenía dificultades para respirar y tomó un remis para ir a la ciudad de Vera. En compañía de un familiar fueron al hospital, donde además de esperar el turno en sala de guardia, con arcadas y grandes dificultades para respirar, luego tuvieron que esperar «media hora» porque la doctora se estaba midiendo ropa, ya que en ese momento atendía a una vendedora ambulante. Le dio «paracetamol, un jarabe para la tos y otra pastilla» y no quiso internarlo a pesar del pedido de la familia que lo veía tan mal, «porque ella era doctora y sabía lo que hacía». Que en un par de días le iba a pasar.

El sábado ya no se levantó de la cama por los dolores y la fiebre.

El domingo hizo el esfuerzo para ir al culto y luego se volvió a acostar. Al no aguantar más a la noche lo llevaron al hospital de Vera, donde lo atendió un doctor de apellido Bermúdez, quien le hizo nebulizaciones, lo inyectó y le dio medicación. Tampoco lo internaron.

El lunes fueron a un médico particular, Dr. González, quien lo mandó al hospital para que lo internen urgente. Se mostró enojado con sus colegas que no ordenaron análisis.

El martes estuvieron los análisis y el miércoles lo derivaron a Santa Fe donde lo entubaron con oxígeno en terapia intensiva. Ya había tenido vómitos y no podía respirar, se agarraba el pecho. En el Hospital Cullen ya le avisaron que no sabían si iba a resistir. A la una de la madrugada le anunciaron su muerte. «No pudo resistir, le agarró un ataque cardíaco» y que no sabían el diagnóstico.

CASO JUDICIAL
Inmediátamente producida la muerte el caso se judicializó en los tribunales de Vera. Según Juan Vargas tanto el fiscal como el juez se ocuparon rápidamente de disponer medidas, como un allanamiento al campo, el secuestro de historia clínica en el hospital y autopsia al cuerpo. Enviaron vísceras al laboratorio especializado de la Corte Suprema de Justicia y en dos semanas más esperan resultados para confirmar lo que ellos creen, que fue envenenamiento con las sustancias tóxicas que manipuló en condiciones indebidas. Hasta aquí no hay diagnóstico.

Gustavo Raffín