Al sol de la zafra

NACIONALES – NOTA DE OPINION – Se bajó de su bicicleta, me saludó, apretándome la mano y me dijo con satisfacción con el susurrar de su vergüenza: “Volvimos a vivir”. Por Leonardo Abrahan.Su mirada oscura y profunda, lamentablemente no recuerdo el apellido de Juan, corpulento, con brazos firmes, sonrisa tímida, ojos sinceros, su piel tostada y quebrada por el sol, gotas de transpiración sudando su camisa gris remangada hasta los codos. No podía distinguir el tamaño de sus pestañas por la sombra que golpeaba el ala del sombrero. Se bajó de su bicicleta, me saludó, apretándome la mano y me dijo con satisfacción con el susurrar de su vergüenza: “Volvimos a vivir”.

Atrás quedaba la agonía de los ingenios, de los capitales disparados hacia un agujero negro maniatando el porvenir, cerrando caminos, desterrando la juventud laboral, sellando la dignidad que embarraba la impotencia de quedar sin trabajo, de ya no ser. Los motores se apagaban, los corazones se morían, los pueblos fantasmas, el desarraigo familiar, la lucha se quedaba sin aire, los diagramas políticos quitaban la ilusión del poco oxígeno. Aguantamos procesos complejos como las severas caídas de los precios del cereal, la transformación tecnológica y laboral, o la reducción notable de los puestos de trabajo producto de la crisis del empleo.

Los campos en lágrimas destemplados, el empuje, el corazón de pertenencia, la fuente laboral, el horizonte por venir, un día la zafra recuperó su latir, los ingenios volvieron a marchar, de las chimeneas inmunes despertaba el humo que evidenciaba el retorno del gigante escondido. La caña de azúcar endulzaba la vida de los pueblos que laten en gran porcentaje por estas empresas azucareras.

Los camiones estacionados con la cosecha, la gente en movimiento, el ritmo feliz y cotidiano; muchos como Juan con la satisfacción de saberse dignos por el retorno del trabajo; por el despertar de los carros, de los tractores. Escondidos sobre la inmensidad verde, aplastados por el sol, embarrados, encorvados, allí emergen los peones del surco; en este tiempo se ve diezmado por la incursión de la asignación universal por hijo.

Los planes familiares sin un manejo prolijo, sin motivo de construcción, sino de resguardo, temor, miserable atadura pensando en un voto. Que bien haría un interés estatal por desarrollar escuelas profesionales agrícolas. Lo que se resalta es una función limitada de la educación rural en las escuelas primarias, circunscripta al trabajo en huertas escolares. Levantemos la cabeza, miremos por encima de la sencillez para hacer de nuestras manos y esfuerzo una herramienta útil para el bienestar familiar y para el crecimiento de nuestro país.

La alegría del campo es la felicidad de una comunidad; la cosecha aparece como la única variable interviniente en el bienestar del agricultor y de la sociedad toda.

El jugo de su tronco, una vez cosechada la caña, se convierte en melaza de donde se obtiene el pan de azúcar y de su molienda el azúcar comercial y la panela son cristalizadas.

Caminemos hacia el futuro abriendo surcos, sembrando voluntad, cosechando dignidad, para alimentar la grandeza de nuestro esfuerzo; aplaudamos el presente de los ingenios en movimiento, de los trabajadores en sus puestos. Juan, secó su sudor con la manga, levantó la mirada para observar desde lo lejos la fábrica que emergía en el horizonte, allá estaba su lugar cotidiano dónde la caña llega, es depositada en el patio central Una vez pesadas las grúas la colocan en una cinta transportadora que la lleva al trapiche. El trapiche muele y tritura la caña con un sistema de cilindros dentados que giran en sentido opuestoAsí se separa a la caña en fibra y jugo. La fibra llamada bagazo, se usa como combustible para el ingenio, para fabricar papel de diarios, cartones y elaborar tableros aglomerados.

El jugo, llamado guarapo, es arrastrado por agua y lleva consigo la materia prima del azúcar, llamada sacarosa.

Al guarapo se lo purífica mediante distintos procesos químicos, así también se evita su fermentación y descomposición. Al purificarlo obtenemos la cachaza, residuo de mal olor, muy usado como abono en la agricultura.

Luego el jugo pasa por grandes evaporadores, donde las altas temperaturas y presiones determinan la aparición de las primeras oscuras partículas de azúcar dentro de una «masa cocida».

Esta masa es centrifugada a gran velocidad, separando la miel de la azúcar de primera. Otros procesos permiten obtener azúcar de segunda y azúcar de tercera, que son más oscuras.

De un residuo llamado melaza, o miel pobre, se puede obtener por fermentación alcohol de quemar, de menor calidad, y alcohol medicinal, o de licorería, de una mayor calidad.

El movimiento de los ingenios en el norte santafesino es perfume en el aire que recorre las pampas. Otra buena noticia entre tantos disgustos, un mensaje a las alturas para saludar desde la bendita tierra que nos quiere y alimenta: ¡ Toda la belleza está en el campo porque lo verdaderamente bello es lo natural!

Leonardo Abrahan – [email protected]