La inflación le pega a los más débiles

En los últimos años se identifica un marcado cambio en el patrón de consumo, a partir del cual los consumidores optan por adquirir productos en establecimientos como los supermercados minoristas, antes que en un comercio o local exclusivo, como ser el caso de las carnicerías o las cadenas exclusivas de electrodomésticos.

salvador-distefano-caraPor Salvador Di Stefano
Analista económico y financiero

En promedio, los argentinos comemos 10 kilos menos de carne al año que hace 5 años atrás. Así lo informó el Instituto de Promoción de Carne Vacuna de la Argentina. Este dato se contrapone con el crecimiento de la venta de carnes en los supermercados minoristas, según informó recientemente el INDEC.

En los últimos tres años, la venta de carnes en supermercados minoristas viene creciendo. En el año 2019, medido a precios corrientes, la venta de carnes en supermercados minoristas creció 58,5% respecto al promedio de venta del año anterior, superando a la inflación del período en 4,7 puntos porcentuales, cuando la variación interanual de los precios había sido 53,8%. Al año siguiente, mostró un crecimiento anual de 45,8% frente a una inflación anual de 36,1%, mientras que, durante el año 2021, redobló la apuesta, quedando 11,7 puntos porcentuales por arriba de la inflación. A febrero de este año, último dato disponible, la tendencia alcista continúa; la venta de carnes en supermercados sigue creciendo a una tasa anual superior a la inflación.

No solamente se vende más carne en los supermercados, sino que ese producto logró ganar terreno por sobre otros. Durante el año 2017, la venta de carnes en los supermercados minoristas representaba el 9,7% de las ventas totales. Cinco años después, esa relación se incrementó hasta alcanzar el 12,0% de las ventas totales. De todas formas, si sabemos que el consumo de carne vacuna en el mercado interno se contrajo aproximadamente un 17,0% desde el año 2017, quiere decir que hubo un fuerte cambio en el patrón de consumo de los consumidores y que las más afectadas en todo este proceso fueron las carnicerías. No solamente que se consume menos carne, sino que el consumidor optó por recurrir a otro establecimiento.

Por su parte, otro rubro que logró ganar terreno dentro de los supermercados fueron los productos electrónicos y artículos para el hogar. En el año 2017 representaron el 6,3% del total, mientras que ahora son el 7,1% de todas las ventas. Al igual que ocurre entre los supermercados y las carnicerías, la venta de artículos electrónicos creció más en los supermercados que en cadenas exclusivas. Por ejemplo, en promedio, durante el año 2019, la venta total, medida a precios corrientes, en cadenas exclusivas de electrodomésticos aumentó 19,3%, frente a la venta de estos productos en los supermercados, la cual creció interanualmente un 27,6%. Si bien, ambos establecimientos perdieron contra la inflación, los supermercados les ganaron a las cadenas exclusivas. Al año siguiente ocurrió lo mismo. Si bien durante el año 2020 ambos establecimientos lograron ganarle a la inflación, las cadenas exclusivas aumentaron su venta un 49,8% mientras los supermercados lo hicieron en un 77,9%. De todas formas, durante el 2021 la situación se revirtió ya que las cadenas exclusivas de electrodomésticos ampliaron su venta un 64,5% mientras que la venta de estos productos en los supermercados se expandió 58,3%. Si bien el INDEC todavía no informó respecto a las ventas en cadenas exclusivas, al primer bimestre del año sabemos que la venta de electrodomésticos y artículos para el hogar en los supermercados creció un 85,7%, medido a precios corrientes, en comparación al primer bimestre del año anterior.

Los rubros que ganaron terreno dentro de las ventas totales de los supermercados están compensados con productos que lo han perdido. Es el caso de los productos de panadería y rotisería, lácteos y artículos de limpieza los cuales, al finalizar el año 2021, pasaron a representar un porcentaje menor en las ventas totales que lo que representaban cinco años atrás.

Conclusión

En los últimos años se identifica un marcado cambio en el patrón de consumo, a partir del cual los consumidores optan por adquirir productos en establecimientos como los supermercados minoristas, antes que en un comercio o local exclusivo, como ser el caso de las carnicerías o las cadenas exclusivas de electrodomésticos.

En un contexto inflacionario como el que se está viviendo en Argentina, los comercios más chicos, con menos volúmenes de venta y poder de negociación son los más perjudicados, ya que no pueden competir por precio con los grandes establecimientos.

Desde el gobierno se debería trabajar en un plan económico cuyo objetivo principal sea el aumento de productividad. Mientras los comercios sigan compitiendo por precio y no puedan agregar valor en sus productos o servicios, siempre ganará el más grande y perderá el más débil.