Salvador Distefano: «Dos años de contracción, estrategia e innovación para salir de la crisis»

Salvador Di Stefano Asesor en Negocios, Económico y Financiero

Un inédito shock de oferta y demanda cruzan al mundo. El coronavirus genera una caída muy fuerte de la demanda, y la guerra de precios del petróleo empujan una oferta del combustible. Esto impacta sobre el complejo de materias primas, la economía global y el crecimiento.

El mundo se enfrenta a un problema combinado de oferta y demanda que hace preanunciar un largo período de estancamiento económico. La menor demanda de materias primas, producto de una pandemia como el coronavirus, combinado con una mayor oferta de petróleo por parte de los países productores hace que los precios caigan estrepitosamente, la actividad económica disminuya y la tasa de interés se revuelque por el piso.

La baja en el precio del petróleo arrastra al resto de los productos energéticos a escala mundial. El petróleo en torno de los U$S 34 el barril y el gas entorno de U$S 1,98 el millón de BTU saca del mercado a la producción no convencional. En Argentina, Vaca Muerta tiene un precio de equilibrio con un petróleo en U$S 40 el barril y el gas en U$S 3 el millón de BTU. Algo parecido son los costos para el petróleo y gas no convencional de Estados Unidos, que en esta coyuntura está mostrando una fuerte baja de perforaciones, menos producción y quebrantos masivos de petroleras.

Una plataforma no convencional produce petróleo y gas durante 18 a 24 meses, su máxima producción lo logra a los 6 meses, y luego va declinando su producción. La baja del petróleo saca del mercado a Estados Unidos, y deja como grandes protagonistas a Arabia Saudita y Rusia. A ninguno de estos países le sirve el precio tan bajo, sin embargo, razones geopolíticas podrían haberlos impulsado a esta contienda con repercusiones en Medio Oriente, Estados Unidos, África y Venezuela entre otros.

La baja en el precio del petróleo arrastra al complejo de materias primas agrícolas. El maíz es el insumo para realizar etanol, y la soja para los biocombustibles. Hay una correlación directa entre el precio del petróleo y ambos productos agrícolas. Los derivados del petróleo se utilizan para realizar pesticidas, y derivados del gas para fertilizantes. El combustible impacta directamente en la cadena de distribución de las materias primas agrícolas por el mundo.

Si a esto le sumamos que una caída en el precio del petróleo impacta en devaluaciones competitivas en el mundo emergente, una devaluación del real de Brasil reduce en forma significativa el costo de producción del maíz y la soja, lo que potencia su oferta en los mercados y consecuentemente impacta en una baja de precios. La devaluación del rublo impacta en los precios del trigo.

En este contexto el gobierno argentino no tiene la mejor idea de incrementar los derechos de exportación sobre la soja, que opera como un impuesto a la producción que es inédito a escala mundial, en momento que los precios bajan por un tobogán que no se detiene en la actual coyuntura.

El impacto del petróleo sobre otras materias primas como el cobre, aluminio y minerales de hierro muestra una menor correlación de corto plazo, pero a mediano plazo los precios terminan impactando a la baja por el efecto de una contracción económica global.

No hay motivo para pensar en una rápida recuperación de los precios de las materias primas, cuando la evidencia empírica nos muestra que, ante shock de ofertas en el pasado, las crisis no se superaron en menos de 24 meses.

Las consecuencias a las que se debe enfrentar la economía actual serían las siguientes:

. – Un menor precio de las materias primas energéticas, agrícolas y determinados metales como Cobre, Aluminio y Mineral de Hierro en los próximos 18 a 24 meses.

. – Esta caída de actividad económica impactaría negativamente sobre los países productores como es el caso de Brasil y Rusia, lo que produciría una significativa devaluación de sus monedas, que podrían imitar otros países emergentes.

. – La tasa de interés a nivel internacional disminuiría notablemente, los bancos centrales bajarían la tasa de interés a niveles del 0% o negativo con el fin de atemperar la caída de actividad económica.

. – Muchos países con alto nivel de endeudamiento pondrían en marcha mecanismos para reestructurar la deuda pública.

. – La actividad económica a escala global podría disminuir entre 0,5% y 1,0% de acuerdo a los pronósticos realizados a principio de año.

Impacto sobre Argentina
Argentina debería acelerar el proceso de reestructuración de la deuda pública, nunca como ahora encontrará un mundo con tasas tan bajas, precios de los bonos deprimidos, alta voluntad por aceptar una oferta de reestructuración de deuda más agresiva y menos onerosa para el país.

La Argentina estaría arrollada por la baja significativa de los productos que exporta. La Argentina extractiva pasando por la agricultura, el petróleo y gas, como la minería perderían atractivo en el contexto global, ante precios extremadamente depresivos y países que incrementan su producción para cubrir los déficits internos.

El impacto de mayor oferta de materias primas y menor demanda, debería impulsar al gobierno a llevar adelante un plan de emergencia económica, que contemple la rápida reestructuración de la deuda en busca de recuperar el crédito perdido. Necesitamos una mayor producción de materias primas para lograr recuperar con cantidad lo que se pierde con precio. Posicionarnos a escala mundial para lograr en 24 meses una mejora relativa de nuestra reputación y posicionamiento en el contexto global.

Lo que viene por delante en los próximos 24 meses es trabajo, esfuerzo, constancia y escasa rentabilidad para potenciar al país y contagiar a emprendedores en la aventura de invertir. Es necesario una nueva estrategia, en donde la menor presión tributaria, beneficios fiscales e incentivos financieros jueguen un rol determinante.

Quedarse comentando la crisis o describiendo el contexto atrasa. Es necesario mirar para adelante, bajar impuestos, llevar adelante políticas sectoriales y no dejarse arrollar por las devaluaciones del vecino. Es probable que la baja de materias primas atempere los índices de inflación, pero cuidado que las devaluaciones competitivas nos pueden colocar en otro escenario económico que impacte sobre los que menos tienen.

Se necesita estrategia e innovación, si la salida pasa por más impuestos estamos al horno, si se busca un mejor posicionamiento sectorial para lograr mayor presencia y producción a escala mundial, vamos por el buen camino. No es la tarea del gobierno de turno, debe ser el compromiso de toda la clase política.

Salvador Di Stefano
Asesor en Negocios, Económico y Financiero tanto de empresas de la ciudad y la región; como de individuos y empresas familiares ligadas al comercio, industria y campo.