Anécdotas: «Verano de los ´80», por Eduardo José

Soplan los vientos cálidos de aquella época dorada, ¡Cómo olvidar algunos veranos que parecen iguales a otros, pero después nos damos cuenta que sus soles fueron únicos e irrepetibles. La música nos acompaña desde los equipos de TONI y GUSTAVO. Fiestas con algunos problemas y muchos colados. Cuantos ayudantes tienen estos sonidistas…¡.

Que emoción los primeros sonidos, Chuza Muñoz despliega su inteligencia que nos sorprende, mezclando temas en las bandejas, lo veíamos como una especie de astronauta demasiado inteligente, que desarmaba radios y cualquier artefacto, que luego costaba armar.

Tantas idas al río, en los pintorescos móviles, la chatita del Gusty, la Chevrolet roja de Domingo. El Forá sin freno de los Chervin. El POCHO y sus salidas de flaco loco y bueno. Los chistes y relatos de LUICHO, las ocurrencias de RAMÓN y ELO, le daban a la barra el humor que hacía extender las noches como si fuera que el reloj no giraba.

Las payadas de GUSTAVO, en las que me tocaba contestar. La verdulera de BISCOCHO, infaltable en los asados, trasformaba al grupo en único, con músicos incluidos, como olvidar al COQUI su voz y su guitarra que partieron temprano, los coros desafinados del TURCO DANI, para lo que no era tan bueno, como cuando se vestía de arquero.

Trotes por la 32, mucho fútbol, mucho asado pero por sobre todas las cosas mucha amistad sincera. Cuentos interminables, como si la vida solo era sinónimo de alegría, donde no había lugar para los problemas y si por ahí asomaban nos ayudábamos entre todos.

Verano del 82, suena viento en contra de Bog Seger, cansado de hacerlo bien de Rocki Burnette. El equipo de Tony y Gustavo comienza a ser un poco más famoso, aparecen los primeros contratos en los cumples de 15, las luces mezclaban sabores y emociones. «El último tren a Londres» encabezaba el ranking de los más escuchados.

Las pinceladas del rock nacional nos abrazan con entusiasmo, tornando nuestros momentos en rebeldes y creativos, asomamos con timidez en los primeros recitales de la época. El retorno de la democracia se cola en nuestros encuentros, le agrega a los diálogos, un debate intenso y plural, al grupo no le falta nada, le sobra amigos y proyectos. Los partidos del chervin y las idas de camping al río, para pasar una noche de puchos y brindis, de pesca, de guisos con mucho sabor, de historias fabulosas y adornadas. Cuentos de mil colores, de pescados atados y de algunos tumbos. Las carcajadas del NEGRO GARRO, sueñan como un estribillo permanente.

Cuando el equipo salía a la cancha, aparecían algunos nombres, mas por amistad que por meritos deportivos, Marincho, Gareca, Juan y chachi López, Sergio, René, Hacha brava, el flaco perejil y tantos otros, para hacer un buen papel en cualquier encuentro. Los hermanos David y Aldo Marega.

Tiempo de las primeros hazañas y vacaciones, como el inolvidable viaje a Córdoba, con mas anécdotas que días de ausencia de Villa Ocampo, CESAR y EDGARDO actuando como en una película de chiste, digna de llevar a la pantalla, risas al por mayor, como cuando cayeron presos por disturbios y molestias en el festival de folclore en Cosquin.
Como olvidar las ocurrencias y locuras del Cesar, como cuando apareció con un colectivo de extravagante bocina, con el cual pasaba a buscarnos a todos para ir al rio, y por supuesto que por las noches el grupo continuaba, no era cosa de perder momentos para compartir.

Los vicentines, EDUARDO, CHANGO, JAVIER, intrépidos y dispuestos a todos, lanzándose al agua desde lo más alto, para admiración y preocupación de todos, no sea cosa que se diviertan tranquilamente. Salidas con muchos proyectos y pocas concreciones, retorno de madrugadas para jugar al truco y hacer una picada con lo que quedó a mano en la cocina del legendario Ñandú.

Quienes se sumaban a la barra en vacaciones o el algún viaje, como los hermanos GUSTAVO y HUGO Rivera, llevaban en sus valijas de regreso, como un tesoro los relatos y dichos que se exportaban a otros lugares y los hacía orgullosamente mas ocampenses que nunca.

Tantas anécdotas juntas que parecen muchas, para un solo verano que en realidad fueron 2 o 3, no importa, pero miles de ocurrencias, que son las que quedan, perduran y hoy se trasforman en letras. Verano con el mismo sol, pero con calor distinto, vivencias grabadas a fuego en nuestros corazones, para quedarse allí cual si fueran un eterno tatuaje.-

Para mis amigos con afecto nostalgia y un poco de memoria.-

Eduardo «Lalo» Jose