Salvador Distefano: «Desconfianza e historia suman riesgo país»

Salvador Di Stefano Asesor en Negocios, Económico y Financiero tanto de empresas de la ciudad y la región; como de individuos y empresas familiares ligadas al comercio, industria y campo.

El mundo desconfía de Argentina. Terminado el tercer año de gobierno de Mauricio Macri los mercados desconfían en que pueda renovar por 4 años más como presidente. Tampoco saben quién podría gobernar la argentina a partir de diciembre de 2019. En ese escenario, por las dudas, venden bonos argentinos.

En el año 2016 el gobierno anunció un blanqueo de capitales. En el año 2017 se blanquearon U$S 116.800 millones, de los que una buena parte se direccionaron a compra de bonos argentinos. En el año 2018 el gobierno y el congreso aprobaron una reforma tributaria, en donde se le cobra el 15% de impuesto a la renta financiera en dólares. Esto es la crónica de una baja anunciada, los inversores se fueron de los títulos que adquirieron, se sintieron defraudados, le esquilmaron una parte de las ganancias proyectadas, y así partieron en busca de otras inversiones, en otros mercados, más confiables que Argentina.

El mundo financiero que compro bonos argentinos en el año 2016 con la llegada de Mauricio Macri al poder, ya perdió más del 10%, esto implica que es momento de dejar de comprar. Entre los que dejan de comprar por ser una mala inversión, y los que venden por temor a lo que puede venir, los bonos argentinos tienen una tasa de retorno en dólares, que en algunos casos llega al 13% anual.

Si medimos las inversiones en pesos, un bono como el PR15 rinde el 80% anual, y un bono que ajusta por inflación puede rendir inflación más el 10% adicional. El clásico plazo fijo por un monto mayor al millón de pesos, te paga una tasa del 50% anual. Estas tasas son el costo de oportunidad de una inversión, por ende, no inversión posible con este escenario financiero.

El presidente del Banco Central lleva adelante una política monetaria, en donde congela la cantidad de dinero en la economía. Esto implica que la base monetaria es siempre la misma, por ende, no hay emisión monetaria. Esto nos lleva a un escenario extremadamente recesivo. No hay dinero en el mercado, pero la desconfianza es tan grande que la tasa de interés no baja, y si amaga a descender sube el dólar, y consecuentemente la inflación no cede. En conclusión, estamos en un escenario de estancamiento con inflación.

El problema de esta economía es que los salarios públicos, jubilaciones, pensiones y asignación universal por hijo se ajustan por inflación, esto implica que tenemos un presupuesto nacional indexado, ya que el conjunto de estas partidas representa el 70% del gasto público.

Si el 70% del gasto público sube al ritmo de la inflación, esto implica que los recursos deberían aumentar a un ritmo similar a la inflación. Como la política monetaria genera recesión, esto trae como consecuencia la recaudación que crece 10% debajo de la inflación. En conclusión, el gobierno debería bajar un 30% el gasto público que no sea pago de salarios, o incrementar los ingresos del Estado aplicando más impuestos a la economía.

Esto último ya se llevó adelante, con retenciones a todas las exportaciones argentinas. Algo que generaría a futuro problemas severos en la producción agrícola, ya que, con precios extremadamente bajos e impuestos altos, la rentabilidad es muy baja, y presumimos que perderemos potencial exportador, ante la caída de rendimiento de los campos, producto de menos inversión en tecnología a la hora de la siembra.

Con estos condicionantes sobre la mesa, los tenedores de bonos presumen que podrían tener severas dificultades para cobrar, y pasan a desprenderse de estos activos.

El gobierno no logra persuadir a los inversores, que la Argentina podría recuperar su sendero de crecimiento a partir del año 2020, y que a futuro actividades exportadoras como la agricultura, ganadería y la energía podrían sacar al país de la crisis.

Por las políticas que se llevan adelante en agricultura y ganadería, no parece que este gobierno conozca al campo y está haciendo muy poco por potenciar su producción. No hay crédito accesible, la presión tributaria es muy elevada, los riesgos climáticos crecen y los precios internacionales no ayudan. En materia energética, se aposto todo a Vaca Muerta, que por el momento es una ilusión, y llegaría a ser una realidad desde 2020 en adelante.

Conclusión
. – En el excel de Argentina no está ni por asomo cerca de una cesación de pagos. Tiene cubierto los vencimientos del año 2019 y 2020 sin holgura, pero en forma muy aceptable. El país no está condenado a una explosión como muchos auguran.

. – El presupuesto público se ajusta en un 70% por inflación, y muestra la mayor inversión social de la historia argentina. El debate que no debemos dar, es si bajo el actual escenario económico, esta inversión se puede seguir financiando. Para que se pueda seguir financiando hace falta una tasa de inversión superior al 25% del PBI, y hoy no llega al 16% del PBI. Para que haya inversión debe bajar la presión tributaria, y si eso sucede no se puede financiar la inversión social que realizamos. Es un debate difícil, pero que los argentinos nos debemos dar, ya que somos los propios argentinos los que reclamamos mejora en la distribución de la riqueza, y la mayor parte de la población ahorra en moneda extranjera, y el que puede la tiene fuera del país.

. – Consideramos que en la medida que no se lleven adelante reformas estructurales que permitan hacer sustentables el financiamiento del presupuesto público, los títulos públicos seguirán devengando tasas de retornos elevadas, pero de ningún modo pensamos que vamos a una cesación de pagos. Creemos que vamos a transitar una larga recesión, salvo que la clase política, nos dé una clase de patriotismo, y comience a fijar políticas públicas de largo plazo, que estén por encima del presidente de turno, y que permitan una mayor inversión, vía incentivos fiscales, y la contratación de personal con menos regulaciones e impuestos a la seguridad social. Al país le llegó la hora de las reformas estructurales, si alguien no lo entendió, entonces tendremos problemas.

Salvador Di Stefano
Asesor en Negocios, Económico y Financiero tanto de empresas de la ciudad y la región; como de individuos y empresas familiares ligadas al comercio, industria y campo.