Variedad y valor agregado

ALOE MULTIFUNCIÓN – Desde el punto de vista cosmético, el primer sinónimo del Aloe es la hidratación. Este es un producto con cualidades dermatológicas únicas que le permiten alcanzar resultados de humectación muy particulares. Por Roxana Bavaro y Miguel Lara.El Aloe es de esos cultivos que tiene aplicaciones tan disímiles como sorprendentes, por tanto su mercado se diversifica al disponer de distintos productos que exceden la producción agropecuaria y que otorgan un margen de rentabilidad superior por su valor agregado.

Nicolás Bater de la Asociación de Productores de Aloe del Norte Grande, y participe de la empresa Aloe+Salud explica que la principal aplicación a nivel mundial es el uso cosmético. Es posible desarrollar una amplia gama de productos como el gel estabilizado, concentrados, productos deshidratados o diversos extractos.

“En la actualidad, además estamos desarrollando los primeros suplementos dietarios a base de Aloe vera. Estos productos ya han demostrado su éxito en Europa, Asia y Estados Unidos en lo que refiere a la tendencia global de consumo de alimentos de origen natural y han probado ser un excelente multi-vitamínico” puntualizó.

Como puede verse, las aplicaciones son variadas comenzado desde el uso cosmetológico en nuestro país, hasta la formulación de alimentos funcionales como yogures y jugos naturales en Europa y países vecinos del MERCOSUR. También se desarrollan múltiples productos con fines médicos (sobre todo en dermatología y neumología), hasta en la agricultura como parte de fertilizantes foliares orgánicos.

Bater dijo además que, la especie más utilizada a nivel mundial para el desarrollo de cosméticos, como de suplementos dietarios, es el Aloe barbadensis Miller, una planta que posee una gran variedad de vitaminas y minerales, y reduce al mínimo la concertación de aloína. Esta variedad nos brinda un rendimiento óptimo en la relación gel interno sobre el peso total de la hoja. Es la especie que abarca casi la totalidad del mercado del Aloe, además de ser mundialmente reconocida.

Desde el punto de vista cosmético, el primer sinónimo del Aloe es la hidratación. Este es un producto con cualidades dermatológicas únicas que le permiten alcanzar resultados de humectación muy particulares.

Desde el punto de vista dietario, se ha colocado a nivel mundial muy rápidamente a la cabeza de una tendencia global de “alimentos que curan” por sus propiedades minerales y antioxidantes, lo que deja a este producto excelentemente posicionado en cualquier mercado que se encuentre, mientras sea respetado en sus proporciones.

CARACTERÍSTICAS TÉCNICAS
El camino del Aloe comienza en el momento de la extracción de la hoja, la cual debe ser cosechada velozmente para evitar su deshidratación a lo largo del traslado hacia la planta estabilizadora.

A partir de ahí, las hojas son limpiadas y clasificadas para cada uno de los propósitos que sea necesario. El proceso comienza en el 99% de los casos, en la separación del gel interno y su estabilización para uso cosmético o alimenticio. En lo que refiere a las cáscaras generalmente son deshidratadas para la realización de extractos.

“A lo largo de todo el NEA nos hemos encontrado con múltiples variables que modifican en mayor o menor medida el rendimiento de las plantaciones. La principal sin lugar a dudas es el grado de exposición solar. Tanto en Corrientes, como en Chaco y Formosa, introdujimos en primera instancia plantaciones a cielo abierto según nuestras investigaciones en base a los principales países productores de Aloe Vera, México y Republica Dominicana, y nuestra experiencia fue muy diferente”, comenta el productor

El sol en esta parte del hemisferio sur producía una sobreexposición y deterioraba las hojas por lo que muchos productores trasladaron los cultivos bajo monte de nogal o desarrollaron plantaciones mixtas con frutales. “En lo que refiere a suelos, las plantas se han desarrollado mejor en suelos poco arenosos, como en el caso de las plantaciones ubicadas cerca de Formosa y con un régimen de riego de 20.000 Litros/ha por semana” dice Bater.

En nuestro país el Aloe se encuentra todavía en una etapa de desarrollo prematuro, las regulaciones vigentes permiten la venta de productos con un contenido casi inexistente de Aloe vera, lo cual no favorece en absoluto al consumidor en primera instancia y posteriormente al producto ni a la industria. “Nosotros trabajamos constantemente en el desarrollo de insumos para cosméticos con contenidos reales y mínimos de una 10% de Aloe vera, llegando a desarrollar suplementos dietarios con 100% de concentración de Aloe”, afirma.

Si pudiésemos otorgar una característica esencial al cultivo es la búsqueda del “equilibrio” en su implementación. Tanto en lo que refiere a exposición solar y necesidad de agua, es una planta que busca no estar sobrexpuesta a condiciones climáticas extremas de temperatura o inundación, pero al mismo tiempo posee mecanismo ejemplar de autodefensa que le permite sobrevivir a las agresiones. Por ello, Bater aconseja a quienes quieran comenzar a trabajar con el Aloe, que éste es “un cultivo que requiere tiempo para su desarrollo y debe ser manipulado sin la utilización de maquinaria y fertilizantes químicos inorgánicos”.

UN FITOMEDICAMENTO DE AMPLIA GAMA
Los científicos e investigadores ya han identificado más de 75 compuestos principalmente vitaminas, minerales, enzimas y aminoácidos. El Aloe es muy rico en nutrientes y otras sustancias con acción calmante, cicatrizante, coagulante, hidratante, antialérgica, desinfectante, antiinflamatoria, astringente, y laxante.

En cuanto a las vitaminas, contiene algunas como el Betacaroteno, B1, B2, B3, B6, o vitamina C. En cuanto a minerales, calcio, fósforo, potasio, hierro, sodio, magnesio, manganeso, cobre, cromo y cinc. Asimismo, se piensa que uno de los principales factores de las propiedades curativas de esta planta sea su contenido de hidratos de carbono complejos.

Por otro lado, el Aloe estimula el sistema inmunitario y tiene acción analgésica y antiinflamatoria. Los ácidos grasos por ejemplo se usan en el tratamiento de las infecciones por hongos.

Por éstas y otras características, el Aloe se recomienda para combatir la sequedad de la piel, manchas, irritaciones, quemaduras, acné, eccemas, verrugas, psoriasis, torceduras, esguinces, dolores reumáticos, artritis, úlceras bucales, gastritis, úlceras gastroduodenales, síndrome del colon irritable y flatulencias.

Como todo, siempre es bueno tomar algunas precauciones: aunque el aloe carece de efectos secundarios y no es tóxico, menos de un 1 % de las personas pueden ser alérgicas, por lo que siempre es mejor probar un poco en el antebrazo. Es importante, no emplear durante el embarazo ya que las hojas en grandes dosis pueden producir vómitos.

FORMAS DE PRODUCCIÓN
Existen varias formas de usarlo según el tipo de finalidad para el que se use. Por ejemplo, el jugo se extrae de la pulpa ya que la piel es muy irritante. Es la forma más popular de tomarlo. Se diluye una cucharada sopera en medio vaso de agua y se toma de una a tres veces al día antes de las comidas.

En cuanto a este uso interno, actúa como anti-inflamatorio, analgésico, antiviral y anti-tóxico. Siempre, tras la atención médica precisa, puede tomarse jugo de aloe cuatro veces al día antes de las comidas y al acostarse. También puede usarse en forma de gel de ducha para poder aplicarlo en la higiene diaria. Es una forma poco concentrada y una forma de aplicarlo cada día.

Otra manera, es la de aplicar la hoja directamente sobre las quemaduras, las heridas, la piel seca, las infecciones por hongos y las picaduras de insectos. Para usarlo en forma de pomada, se abren varias hojas para obtener gran cantidad de gel y hervirlo hasta formar una pasta espesa que se guarda en frascos limpios en un lugar fresco y se utiliza igual que las hojas.

Los especialistas, suelen recomendar así mismo, la utilización del gel en vahos para combatir la congestión bronquial. Y, finalmente, se usan 100-500 mg por dosis o en forma de cápsulas como purgante para el estreñimiento persistente y para estimular el flujo de la bilis.

Es imprescindible que se deje actuar al producto el tiempo suficiente, que en general, suele ser como mínimo de 3 meses. De esta manera, el organismo se adapta al producto.

Roxana Bavaro y Miguel Lara – Especial para El Federal